El escritor Álvaro Pombo es un “firme creyente” de que “ya no hay aventuras, sólo simulacros” porque, en la época que le ha tocado vivir, se tiene la sensación de que “ya lo hemos hollado todo”. Su próxima novela, que saldrá en otoño, es una reflexión sobre la “esencia de la aventura”, según explicó ayer.
La previa muerte del lugarteniente Aloof es el título de esa novela, una historia corta, de unas 180 páginas, de “tiros y persecuciones”, que la da pie a preguntarse qué es la aventura y qué significa ser un aventurero, dijo a los periodistas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde participó en un curso sobre su obra.
El escritor santanderino se adentra en un género que no había tocado nunca “para probar” y ha creado un personaje viajero, el lugarteniente Aloof, que “vive de lejanías, como todos los jóvenes”.
La novela, que supondrá además su vuelta a la editorial Anagrama, donde publicaba hasta que, en 2006, ganó el Premio Planeta con La fortuna de Matilda Turpin, marca también una diferencia esencial respecto a sus obras anteriores: “no aparecen mujeres, sólo chicos”.
En los libros que ha publicado hasta ahora, apuntó, “hay relativamente poca acción” porque las aventuras que ha hecho vivir a sus personajes son “interiores” y “de regreso”.
“Estamos en un complicado periodo de vuelta. Existe la idea de que estamos retornando y eso produce una rara sensación de laxitud, de decepción, de deja vu”, ha opinado este autor que se define como sedentario, aunque cree que “en cierto modo” es un “explorador, pero del interior del mundo”, como la Virginia de su última novela.
Para Álvaro Pombo, aunque aún haya “bosquimanos y tribus no descubiertas en Perú”, la sensación de la aventura decimonónica, de lo ignorado, ya ha desaparecido. “La mano del hombre ha puesto su pie en todas partes”, ha sentenciado, parafraseando una de las greguerías de Gómez de la Serna.
Y, a su juicio, los medios de comunicación han venido a complicarlo todo. “Si vamos a Nueva York, tenemos la sensación de que ya hemos estado en esas calles. Hemos visto todas las inundaciones del Yangshé, la caída completa de un edificio... tenemos una riqueza experimental tan grande en la pantalla”.
Según el autor de El metro de platino iridiado, es un hecho que ya se empieza a confundir la “realidad virtual” con la “realidad real”, aunque eso es algo, añadió, que siempre les ha pasado a los escritores.
De esa confusión les ha hablado también a los alumnos del curso de la UIMP, al que ha preferido referirse, con humor, como el “Festival Pombo”, porque durante toda una semana se ha hablado sobre él y sus obras.
En el aula ha explicado lo que significa para él la experiencia de escribir, que ha ligado a la experiencia religiosa y a la experiencia estética.
También confesó el autor cántabro Álvarp Pombo que cuando lee una página que ha terminado el día anterior se siente paralizado porque piensa que si añade otra, la va a “fastidiar”, y que le llena de inquietud dar uno de sus textos a un amigo para que lo lea en voz alta, aunque esa sea una de sus costumbres.