Tiene la capacidad y los conocimientos necesarios para hacer de una persona otra completamente distinta. Esto es, caracterizarla de lo que esa persona quiera, siempre que el tipo elegido se pueda adaptar mínimamente –mientras más adaptable mejor- a sus condiciones físicas.
Sus creaciones se han podido ver en este pasado mes de febrero en la Cabalgata de Carnaval, donde una treintena de personas recreaban la película de El Señor de los Anillos. Y eso supone mucho trabajo para convertir a las personas en esos personales nacidos de la fantasía y que además la gente se identifique con ellos.
Porque no haya nada peor –lo decía en una entrevista con Ondaluz- que caracterizar a un personaje y que ese personaje encuentre un pero del público. Eso hunde al personaje y sobre todo a quien lo ha caracterizado.
Joaquín Lavilla es el hombre que está al frente de la empresa Dazzling FX, una productora en la que la que se reúnen maquilladores, actores, caracterizador y pot supuesto, un productor y director de todo, el que lleva el timón del barco porque ya se sabe que los criterios distintos todos son bienvenidos, pero alguien debe tener la última palabra.
Dazzling FX trabaja para las administraciones, como es lógico, pero su forma de hacer las cosas –y las circunstancias- la convierten en una empresa capaz de adaptarse a cualquier escenario, cualquier situación, cualquier demanda. Pueden trabajar en un hotel, en un espacio reducido o al aire libre dentro de los programas de animación que en un teatro, limitados por un espacio.
O en una cabalgata, donde además existen factores muy especiales y peliagudos como tractores circulando entre un gran gentío, gente que se acerca demasiado… peligro. Y todo tiene que ir milimétricamente calculado.
Pero todo sale del estudio, de las reuniones previas, del trabajo de preparación. Si los personajes están creados, mejor, porque sólo hay que copiarlos. Si exigen crear otros nuevos, es más difícil pero a la vez un desafío y un valor añadido, por cada nuevo personaje se suma a la oferta.
Y no sólo hay que crearlos o recrearlos. Hay un trabajo detrás mucho más actoral porque quienes encarnan a esos personajes tienen que hablar como ellos, moverse como ellos, identificarse con ellos para darles vidas, para conectar con el público… por eso que se decía antes. Si el público no se identifica…
Joaquín Lavilla Muriel no es un cualquiera en esto de la caracterización. Vienen de ganar el segundo premio de caracterización del Festival de Cine de Ciudad Real y eso supone romper un poco la dinámica de estos trabajadores de la escena que no salen más que en los títulos de crédito, que no tienen cara a pesar de dedicarse a ponerle caras a los demás. Cuando se gana un premio sí se sale a escena, a recogerlo, en la foto. El resto transcurre detrás de las cámaras, de los fotos pero con la satisfacción de ver que tu personaje está ahí, dice Joaquín Lavilla.
Lo que es mundo del empresario en este sector ya es hasta más complicado de hacer que caracterizar a una persona del personaje más rocambolesco que se pueda imaginar. Es luchar día a día con la crisis, con las administraciones que no se arriesgan a gastar en ocio y cultura porque piensan que hay otras prioridades –aunque divertirse también es una de ellas- y luego pagan a los seis meses. Con los presupuestos para que se ajusten a un cliente que siempre exige mucho y quiere pagar poco, como cualquiera.
También hay momentos muy especiales, provocados por los propios clientes o por el propia Lavilla que lo propone. Hubo un caso en que una pareja de recién casados se volvieron a ‘casar’ caracterizados de personajes de El Señor de los Anillos, aunque ya en una bodega y tras la ceremonia religiosa. ¿Quién sabe? Hay sacerdotes que hubieran permitido hacerlo en la iglesia si lo que realmente importa es que vayan con fe a recibir un sacramento.
Y envolviendo todo ello, la ilusión de poder llegar a aquellos lugares en los que sólo están los mejores, a base de trabajo pero sobre todo, a base de vocación. Porque esto, el mundo del espectáculo y todo lo que lo rodea, es vocación. Pocos son los que se ven y muchos los que trabajan a la mitad de precio de lo que se paga por una hora de trabajo. Pero no sólo porque a veces hay que hacerlo en todas las profesiones. Sino porque están ‘envenenados’ de un veneno bueno.