Investigadores de la Universidad de Cádiz han publicado recientemente un artículo sobre los ajuares exóticos de la necrópolis neolítica encontrado en el campo de hockey de San Fernando en la prestigiosa revista
Comptes Rendus Palevol de la Academia de las Ciencias de Francia.
En el año 2008 tuvo lugar la excavación del yacimiento de Campo de Hockey en San Fernando (Cádiz). Esta excavación, dirigida por el doctor Eduardo Vijande, puso al descubierto una extensa necrópolis con cerca de 80 enterramientos con un ritual peculiar ya que, frente a los enterramientos colectivos característicos de esta época en la mitad sur peninsular, en esta necrópolis se documentaron cerca de 80 inhumaciones de tipo individual (a lo sumo algunos dobles y triples).
Lo más interesante es que las tumbas más elaboradas (una minoría dentro del total) son las que precisamente presentan los elementos de ajuar que podemos denominar exóticos. Por productos exóticos se entienden aquellos materiales de una procedencia lejana al entorno de la actual provincia de Cádiz; rocas, minerales y ámbar con procedencias de al menos varios cientos de kilómetros de distancia a esta necrópolis.
Se han realizado múltiples analíticas de estos materiales recuperados en la excavación, en la Unidad de Geoarqueología y Arqueometría Aplicadas y en los Servicios Centrales de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Cádiz, dirigidas por los profesores Domínguez-Bella y Martínez. Las procedencias planteadas para dichos materiales son muy variadas y lejanas, como la Sierra de Guadarrama y Sierra Morena para algunas de las hachas. En el caso del ámbar, su procedencia habrá que buscarla en sitios tan lejanos como Portugal, el norte de España o la isla de Sicilia.
“La presencia de estos productos exóticos en las tumbas más elaboradas constituyen posibles indicios de desigualdades sociales”, afirma Vijande
“Igualmente, la presencia de estos elementos exóticos (cuentas y colgantes de ámbar, variscita, turquesa, etc.) en un territorio (San Fernando) que hace 6.000 años era una completa isla, evidencia que estos pobladores poseían, al menos, unos mínimos conocimientos de navegación para llevar a cabo el intercambio de estos productos”, afirma el arqueólogo Eduardo Vijande.