La Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando cerró la primera parte de su programación con motivo del 250 aniversario del nacimiento de la Villa de la Real Isla de León –volverá en el mes de octubre- con flamenco y además en un enclave singular y acorde con el prestigio de la Institución, la capilla del Castillo de San Romualdo.
Era obligatorio dedicar un día a los cantes y bailes, como lo era –teniendo en cuenta que en la Academia nunca se improvisa- hacerlo en un día tan señalado como el 2 de julio, veinticuatro años después de la muerte de José Monje Cruz Camarón de la Isla.
Así lo explicaba el presidente de la Academia al final del acto, José Carlos Fernández Moreno, quien agradecía la colaboración de la Asociación La Fragua y de todos y cada uno de los que intervinieron. Y que lo hicieron haciendo honor a lo que dijo Fernández Moreno cuando se inauguró la exposición de fotografías que ahora se pueden contemplar en internet: “Cuando la Academia hace algo busca a los que entienden”.
Bajo la batuta de Santiago Muñoz, que actuó como mantenedor, todo comenzó con un solo de guitarra de Santiago Muñoz para dar paso a la primera de las ‘miniconferencias’, tres en total, que tocaron temas como el nombre del flamenco y su origen, por parte de Antonio Jiménez; El flamenco en La Isla, por parte de Juan Silva y como no podía ser de otra forma, la figura de Camarón como cantaor y como persona, contando Lolo Picardo algunas anécdotas que le habían transmitido su padre José Picardo y su tío Lolo, amigos de la infancia del cantaor.
Luego vino la parte práctica. Javier Bey y Nerea Pavón, con la guitarra de Gabino Pérez y la caja de Ismael Garri, explicaron los cantes de fragua, la soleá, la soleá por bulerías y el remate por fiesta.
Carolina Castilla, acompañada por Javier Sánchez, hizo una demostración del cante por tangos, según Triana, Extremadura y los gitanos y María José Coca, con la misma guitarra, hizo una selección de cantes de Cádiz, alegrías, cantiñas, caracoles y cambió el mirabrás por las bulerías de Cádiz a petición del público. Bulerías y chuflas.
Antonio Mota fue el encargado de cerrarla noche con la pieza Epílogo con una guitarra y un baile sin ruido.
Lleno total, mucho calor. Calor humano y del otro, que ya era el mes de julio.