Lorenzo Manuel Silva Amador nació el 7 de junio de 1966 en la maternidad del antiguo hospital militar Gómez Ulla, ubicado en el límite entre los distritos de Latina y Carabanchel de Madrid.
Desde que iniciara en 1980 su carrera literaria, han sido muchos los premios alcanzados y extensa la obra editada. Consiguió el premio Planeta 2012 con el libro La marca del meridiano. Con El Alquimista impaciente, ganó en 2000 el Premio Nadal.
Su serie de libros sobre Bevilacqua y Chamorro, dos guardias civiles que protagonizan las ediciones, le ha llevado a las pantallas de cine.
No era la primera vez que venía a San Fernando, pues en 2004 ya vino también al Liceo del Sagrado Corazón. El miércoles participó en San Fernando en la entrega de premios del Certamen Literario San Juan de la Cruz, que convoca anualmente el colegio Liceo del Sagrado Corazón y donde habló sobre San Juan de la Cruz. Minutos antes de su intervención, atendió a San Fernando Información.
—Un escritor ¿nace o se hace?
Nace algo y sobre todo se va haciendo.
—Para escribir un buen libro ¿hace falta conocimiento, experiencia e imaginación? ¿o las tres?
Yo creo que lo que hace falta es una mirada. Y esa mirada se puede poner al servicio de un conocimiento, al servicio de la experiencia o al servicio de la imaginación, y con uno de ellos cualquiera vale, pero también se puede tirar de los tres a la vez.
—Cuando un escritor como usted alcanza el premio Planeta, ¿qué le supone en su carrera literaria?
Creo que el galardón literario tiene un mucho de azar y si no no se entiende que algunos de los escritores más grandes del último siglo, por hablar simplemente no tengan el premio Nobel. Algunos de los más grandes no han ganado el premio Nobel. Casi todos los grandes no han ganado el premio Nobel, luego hay un elemento de azar, de suerte, de fortuna y de oportunidad y de buena salud. Muchos de los que no ganaron no tuvieron buena salud y no llegaron a mayores, pero siempre creo que los premios -y lo digo como jurado de numerosos certámenes- el que da un premio quiere valorar el esfuerzo y el talento por encima de todo. Algo de talento debe haber y en ese sentido, el premio si es un reconocimiento para quien lo gana, pero más allá de ese reconocimiento y esa afirmación que lo que puedes hacer merece la pena, creo que al final hay que hacer abstracción de eso, que es un fenómeno exterior, y la partida se juega en cada libro, y la juega el escritor solo, mientras esté escribiendo y solo también el lector.
—¿En qué medida ha afectado la crisis económica al mundo literario y editorial?
Ha sacudido fuertemente al sector editorial, que en números redondos facturaba tres mil millones de euros y ha perdido mil. Perder un tercio de tu tamaño es un cataclismo, y eso ha costado muchos puestos de trabajo, ha costado la desaparición de editoriales, de librerías, de imprentas, incluso. Y muchos autores que antes podían esperar una recompensa económica moderada por su trabajo, ahora no la tienen. Tienen que vivir de otra cosa. La literatura es una actividad perfectamente no lucrativa para ellos. Pero la verdad es que ha puesto todo más difícil. Más difícil ponerse a escribir, que los editores se arriesguen, porque tienden a buscar lo que ya está contrastado, tienden a sobreapostar por los fenómenos de éxitos, como puede ser la novela policiaca. Editorialmente, la crisis económica ha afectado, pero creativamente ha condicionado ciertas cosas. Creo que hay autores con talento que hace 20 años hubieran tenido más facilidades para salir adelante de las que están contando ahora.
—¿Es para usted un premio que sus libros sirvan de guión para películas de cine?
Es el aprecio de otro lector. Los cineastas que adaptan novelas al cine son lectores, my particulares además, y son lectores que asumen mucho riesgo, porque hacer una película en España es muy arriesgado, y es un empeño en el que hay que movilizar mucha energía. Entonces sí puede ser una cierta corroboración de que lo que has hecho tiene cierto interés, porque hay unos lectores, que son lectores cineastas que van a apostar su dinero, su trabajo y sus pocas bazas en un argumento sacado de un libro tuyo, y eso en verdad se siente como un reconocimiento. Su producción literaria es extensa y no para ¿en qué proyectos se encuentra trabajando ahora? —Pues ahora estoy prácticamente empezando una novela que yo espero tener para mayo del año que viene. Una nueva novela de la serie de Bevilacqua, que será la novena, y el undécimo título, porque hay dos libros de relatos.
—¿Cómo valora que el colegio Liceo convoque este certamen literario San Juan de la Cruz? ¿Qué puede aportar esta convocatoria al futuro literario?
Tiene una importancia enorme esta convocatoria. Cuando yo tenía 15 años gané un premio literario. Yo en ese momento, no sabía si lo que hacía era una tontería o no. Más bien pensaba que era una tontería, y cuando me dieron ese premio empecé a preguntarme si eso que estaba haciendo era algo que ciertamente merecía la pena y a lo que incluso merecía la pena dedicarle la vida, que es lo que finalmente he acabado haciendo. Osea que para mi fue muy importante, y hablo de una sociedad en la que todavía la literatura tenía un papel más relevante, del papel que tiene en la sociedad actual, que está absolutamente volcada hacia lo audiovisual y casi completamente devorada por la perentoriedad del espacio digital. Hacer literatura en el año 2017 es ser un resistente y a estos resistentes de 15 años les tenemos que apoyar. Por eso he venido a San Fernando, si no, no estaría aquí.
—¿Tiene la red de Internet responsabilidad de este declive?
Este es otro problema que merece capítulo aparte. Vivimos en un país que es el único de Europa occidental que ha decidido no proteger la propiedad intelectual. Una cosa muy rara, porque se protege en Portugal, Francia, Italia. Se protege en Reino Unido, en los países nórdicos, en Alemania y España es el único país de la Europa occidental que ha decidido que este país la propiedad intelectual no tiene ningún valor. Entonces tenemos los que nos corresponde esperar. Cuando hay un patrimonio por ahí y nadie lo defiende, lo protege y el Estado no reprime el expolio, pues se expolia.
Lorenzo Silva estudió Derecho en la Universidad Complutense y estuvo trabajando como abogado de una gran empresa del sector energético desde 1992 hasta 2002, tras pasar un año como auditor de cuentas y otros dos como asesor fiscal en una firma multinacional. Finalmente ha encontrado en el mundo editorial un gran éxito, y en distintos idiomas.