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El IES Cristóbal Colón muestra su apoyo a Ucrania

Resalta que "con todos los que siempre pierden, en contra de todas las guerras"

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  • Enrique Ibáñez, Lucía González, Diana Vega y Clea Martí leyeron un comunicado -
  • Hace constar que "no soportamos la injusticia, no soportamos la muerte de tantos"
  • Este centro tiene grabada en la sangre la imagen de Aylan, ese pequeño muerto en una playa
  • Se involucró en la insoportable pobreza infantil

El profesorado y el alumnado del IES Cristóbal Colón vivió una jornada muy emotiva en el interior del centro educativo para pedir el final de la guerra por la invasión y bombardeo de Rusia sobre Ucrania, que tantos fallecidos ha registrado y a su vez tantas miserias, sobre todo humanas. Fue en un acto sde conciencia para buscar la paz en todo el punto.

Decía Miguel Hernández:
"Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes"
El IES Cristóbal Colón estça en contra de la guerra, de cualquier guerra. No quiere, bombas, al lado de esos niños pequeños que miran al cielo sin comprender nada, aterrados, mudos, pasando frío, sufriendo hambre. "Somos todos y estamos en contra de todas las guerras.
No soportamos tranquilos lo que nos viene de Ucrania".

Añade que "lo mismo que no soportamos la foto de esa fosa común, la del antes bendito Mediterráneo. No soportamos la injusticia, no soportamos la muerte de tantos. Estamos en contra de la guerra, de todas, y estamos con la población de Ucrania. Tenemos grabada en la sangre la imagen de Aylan, ese pequeño muerto en una playa, no, no olvidamos. Y estamos con los niños de Ucrania. No soportamos, los habitantes de esta casa, la maldita hipocresía de los grandes poderes, que solamente mantienen el ojo puesto en lo que ocurre cuando atañe a sus poderes financiero"s.

Hace constar que "nosotros, estamos con todos, lo intentamos, ahora con Ucrania. Nosotros, los del Colón, tampoco aguantamos la manipulación informativa, esa que deshereda a los que no tienen interés para los que viven arriba, esa que se debe a la voz de su amo. Ellos, a los suyo, nosotros, a lo nuestro, levantar barricadas con ladrillos de  Justicia, de Verdad, y de No a la Guerra. Y estamos con todos, con los desterrados en las orillas sin papeles, en Lesbos, en Moria... y estamos con esos hermanos cuya tristeza nos es imposible aguantar, estamos con los que huyen de Ucrania, con los que huyen de la muerte. Otros no están con ellos, están en contra. Muchos sólo se mueven cuando las balas empiezan a rozarles y la estabilidad económica huye por la ventana".

Racalca que "nosotros hacemos nuestras esas palabras de Jordi Évole cuando dice que los bombardeos en ciudades de Yemen o Palestina no son muy diferentes a los de Kyiv, pero nos pillan más lejos, o simplemente matan a gente distinta a nosotros. O eso pensamos. Somos así. Como si las otras guerras fuesen un virus chino del que nunca nos contagiaremos. No aprendemos de la fragilidad en la que vivimos".

Recuerda que "estuvimos al lado de los olvidados refugiados, nos introdujimos en la insoportable pobreza infantil, abrazamos Doñana para mirar de frente el peligro que acecha al planeta, viajamos por distintas culturas para confirmarnos a nosotros mismos que todos somos iguales, yo no soy de aquí, pero tú tampoco. Y en las próximas semanas palparemos el Poder del Arte, del Arte también en tiempos de guerra.
Ahora remueve la tragedia que se ve en las ciudades de Ucrania, "son niños como vosotros los que habitan el terror, los que huyen no saben a dónde con la mirada ultrajada, perdida. Es el horror, el mismo que contemplamos en tantos sitios. Nosotros no apartamos la mirada. Ayudar a Ucrania, ayudar a todos, ayudarnos a nosotros mismos, porque todo lo que hacemos, o lo que no hacemos, define nuestra conciencia".

Por eso ahí, esas palabras  de Javier Gallego que también son las del IES Cristóbal Colón: “Cuando las bombas caen y destruyen, cuando el terror y la muerte se imponen, cuando la guerra asola y un país invade a otro con toda su furia y dos millones de personas huyen despavoridas de sus casas y hay niños que recorren solos cientos de kilómetros, escapando de la violencia de los mayores, las palabras parecen impotentes, inútiles, banales, y al mismo tiempo, las palabras falsas, la mentira, la impostura, el cinismo y la hipocresía se vuelven insoportables, patéticos, ridículos. Y por eso, precisamente, la palabra honesta y decente es más necesaria que nunca. Cuando estalla el horror, deberíamos acallar a los cínicos, escuchar a los sabios, consolar a las víctimas, defender la democracia, buscar la verdad, practicar el humanismo".

El acto finalizó con un:

"Paren la Guerra, paren las Guerras.
Pedimos lo mismo que el poeta Manuel Altolaguirre,
Pido la última muerte de esta guerra
porque quiero mirarme en la corriente
como un dolido cuerpo macerado,
cual árbol que despojan de sus frutos,
al que arrancan sus ramas
y aprovechan el leño de su tronco...
Y si no puedo verme,
si de mí quedan sólo las raíces,
si los pájaros buscan vanamente
el lugar de sus nidos
en las tristes ausencias de mis brazos,
entonces, desde el fondo,
con el silencio de una primavera,
brotarán de la tierra como llanto
insinuaciones de verdor y vida.
Seré esa multitud de adolescentes,
esa corona de laurel que ciñe
el tronco quebrantado por el hacha.
Multiplicada vida de la muerte.
Múltiples son los rayos de la aurora".

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