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Sábado 23/11/2024
 
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Sevilla

Un gran mercader de marfil, clave para el dolmen de Montelirio

Su ajuar funerario, hallado junto al dolmen sevillano, estaba formado por "suntuosos efectos de marfil sin parangón" en la Edad del Cobre peninsular

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  • El ajuar hallado junto al dolmen de Montelirio. -

Una investigación científica sobre las élites en las antiguas sociedades de la Edad del Cobre atribuye la fundación de "un importante linaje de prestigio e influencia" a un "gran mercader de marfil" enterrado en dicho periodo en el entorno del dolmen de Montelirio, enclavado en Castilleja de Guzmán (Sevilla), al ser descubierto su cadáver con "suntuosos efectos funerarios de marfil sin parangón" en toda la Península, lo que probaría su papel como "gran hombre" de la "historia social" del asentamiento calcolítico aljarafeño.

Dicho trabajo, titulado "Definiendo las élites: un análisis comparativo de la clasificación social en la Edad del Cobre ibérica", está firmado por Leonardo García Sanjuán, Marta Cintas-Peña, Martin Bartelheim y Miriam Luciañez Triviño, quienes advierten de que aunque el estudio de las cúpulas de las sociedades complejas previas a los estados y la formación de tales grupos sociales "ha sido uno de los asuntos clásicos en la antropología y la arqueología desde la mitad del siglo XX", en el caso de la investigación del Calcolítico ibérico "resulta llamativa su ausencia".

Por eso, el propósito de este estudio es "detectar expresiones arqueológicas de la diferenciación social" y la "jerarquización" en dicho periodo de la Prehistoria peninsular, a partir de enterramientos individuales encuadrados en la Edad del Cobre ibérica en los que fueron descubiertos objetos o efectos funerarios de carácter "especial".

Porque como razonan los autores de este estudio recogido por Europa Press, "la distinción social de una persona de alto rango durante su vida probablemente se haya reflejado en un tratamiento funerario excepcional".

INDIVIDUOS "SOCIALMENTE EXCEPCIONALES"

Para esta investigación, estos científicos analizan una muestra de inhumaciones de individuos del Calcolítico ibérico "que parecen haber sido socialmente excepcionales". Se trata de ocho enterramientos pertenecientes a seis yacimientos arqueológicos o localizaciones relacionadas con la Edad del Cobre: Camino de las Yeseras y la Magdalena en Madrid, Valle de las Higueras en Toledo, La Vital en Valencia, y en la provincia de Sevilla la cueva de La Molina y el entorno prehistórico de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán.

En ese sentido, el estudio presta especial atención a un enterramiento descubierto en las inmediaciones del dolmen de Montelirio, enclavado en Castilleja de Guzmán, hallado en 1998 y caracterizado por un corredor de unos 39 metros de longitud. Se trata del cadáver de un "joven adulto de entre 17 y 25 años" localizado en una estructura funeraria y "rodeado de una completa colección de artefactos, incluyendo un colmillo de elefante africano cuidadosamente colocado alrededor de su cabeza, un gran plato de cerámica situado a su espalda, 21 filos de sílex, una hoja de daga" de dicho mineral y junto a ella una pieza de ámbar que habría decorado la empuñadura del cuchillo.

Además, el ajuar mortuorio de este individuo incluía "dos recipientes de marfil", diversos fragmentos de dicho material y un pequeño puñado de cobre, siendo rociado el cadáver y su prolijo ajuar con un pigmento de "intenso color rojo".

"GRAN HOMBRE" DEL ASENTAMIENTO CALCOLÍTICO

La abundante presencia de efectos de marfil en esta inhumación condujo a los investigadores a tratar al individuo enterrado con el apodo de "marchante" o "mercader" de marfil, exponiendo este estudio que las pruebas bioarqueológicas y contextuales sugieren que este "vendedor de marfil" pudo haber sido un "trabajador duro engrandecido por sí mismo" hasta la categoría de "gran hombre" de la "historia social" del asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.

Es más, los autores de este trabajo describen a este "marchante de marfil" como "el fundador de un importante linaje cuyo prestigio e influencia sobrevivió" más allá de él mismo "durante algún tiempo". Y es que en el marco de este mismo estudio y las ocho inhumaciones individuales analizadas, los investigadores atisban una posible "conexión social o de parentesco" entre este hombre y una mujer cuyo cadáver fue descubierto en la cueva artificial de La Molina, localizada en Lora de Estepa (Sevilla) y datada entre finales del IV milenio y la primera mitad del III milenio antes de Cristo.

Dicho posible vínculo deriva de que el ajuar funerario de esta mujer incluía "varios objetos de marfil" como una empuñadura para un cuchillo de pedernal, un colmillo de elefante colocado alrededor de su cabeza "casi exactamente del mismo modo" que en el caso del "mercader de marfil" de Montelirio, dos recipientes decorados, un objeto con forma de media luna y "otros fragmentos indistinguibles" de dicho material.

"RIQUEZAS ESOTÉRICAS"

En paralelo, los autores de este estudio exponen que estos dos enterramientos presentaban "suntuosos efectos funerarios de marfil sin parangón" en el Calcolítico ibérico, argumentando que el acceso del "mercader de marfil" y la mujer de La Molina a "materiales exóticos" representa "el mejor ejemplo conocido" en la Península sobre la manera en la que "el uso de riquezas esotéricas con ideologías externas asociadas puede servir como marca definitoria de estatus y como popularidad política, usada para materializar relaciones políticas".

Y dado que este trabajo incluía también los cadáveres de dos mujeres enterradas en la cámara principal del dolmen de Montelirio, ambas interpretadas como posibles "sacerdotisas" y una de ellas hallada con vestigios de "una túnica muy elaborada" y colgantes de ámbar y marfil, estos expertos barajan la idea de que estas cuatro personas pudieran estar "conectadas dentro de una estructura social dominada por linajes en competencia".

"De hecho, dada su proximidad geográfica y posibles nexos sociales, se puede argumentar que estas cuatro personas fuesen parte de dinámicas sociales específicas acontecidas en el Valle del Guadalquivir en el comienzo del tercer milenio antes de Cristo", consideran García Sanjuán, Cintas-Peña, Bartelheim y Miriam Luciañez, quienes concluyen que en dicho periodo "la posición de las élites era inestable", extremo que probarían por ejemplo las fluctuaciones en la actividad funeraria del asentamiento calcolítico de Valencina y Castilleja de Guzmán.

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