La asistencia de las monjas mercedarias a la eucaristía celebrada el domingo a propósito de la conmemoración de los cincuenta años del cura Manuel Rodríguez Salas en el mundo del sacerdocio, explica por sí misma la importancia social de esta celebración, pues en rara ocasión las citadas religiosas salen de su convento para oír misa. Pero, desde luego, la ocasión y el cariño que casi todos los arcenses rinden a Don Manuel así lo justifica.
El sacerdote se hizo acompañar del obispo diocesano, José Mazuelos, como principal mentor del acto celebrado en la parroquia de San Francisco con una asistencia total que dejó un templo abarrotado.
En su homilía, el pastor diocesano tuvo palabras cariñosas hacia el cura nacido en Sanlúcar pero que lleva cincuenta años entre los arcenses; eso sí, con el paréntesis que le supuso en su vida los cinco años desplazados a la parroquia portuense. Mazuelos enalteció la constancia de Don Manuel porque en esos cincuenta largos años su fe y confianza en Dios le han servido como timón de su vida. Por ello dijo cómo su obispo se iba a perder tan entrañable cita.
Don Manuel consiguió estar acompañado de las hermandades de su parroquia, de los grupos catecumenales, comunidades, amigos de El Puerto de Santa María, su inseparable hermana Mari Carmen, las monjas salesianas y, como era su ilusión, del antiguo párroco de San Pedro, el ya anciano Miguel Rodríguez Rodríguez, quien regiría sus primeros pasos en el mundo del sacerdocio.
La hermosa misa fue cantada por un ocasional coro fruto de la unión de los coros del Dulce Nombre, San Antonio y Tres Caídas. Una vez finalizada la eucaristía, Don Manuel recibió todo tipo de presentes, entre ellos la bendición papal de manos del Consejo Pastoral junto a una casulla casi igual a la que lució el día de su ordenación hace cincuenta años; una imagen de San Juan Bautista de La Salle de manos del vecino colegio de la parroquia de San Francisco, una pluma estilográfica del alcalde de la ciudad, José Luis Núñez, y la felicitación por parte del Gobierno aprobada oficialmente en la Comisión municipal.
Precisamente, el alcalde aprovechó el acto para adelantar que la glorieta de la travesía urbana o avenida Cruz Roja situada junto al bar El Beleño llevará el nombre de Don Manuel; un hecho que se corresponde también con la vecindad del cura con la infraestructura.
La jornada se despidió con un almuerzo de fraternidad en la venta La Serranía, donde Don Manuel siguió, como lo ha hecho durante toda su vida, recibiendo el cariño más sincero de la comunidad religiosa de Arcos y la admiración de tantas y tantas personas. El veterano sacerdote, que ha llenado las páginas de este semanario durante las últimas semanas como no podía ser de otro modo, vivió así sus bodas de oro como hombre entregado a Dios sin condición, en un día que forma parte ya de sus interminables recuerdos como religioso y miembro de la Iglesia.